Nicolai seguía corriendo. A derecha e izquierda podía ver a sus camaradas que le acompañaban en su carrera. El camarada comisario no dejaba de gritar ¡Avanzad hacia la victoria!. A pesar de no haber dejado de hacerlo desde el inicio del ataque, su voz sonaba tan fuerte como al principio
Las manos de Nicolai apretaban con fuerza su fusil, que aún no había sido disparado
En el extremo derecho del avance podía ver a algunos de sus camaradas asaltando una posición artillada alemana, el se sentía feliz de no haber encontrado resistencia en su camino.
Llegaron a la alambrada que anunciaba el inicio de las trincheras alemanas. Tras saltarlas, no sin esfuerzo, comprobó que estaban abandonadas. Su sensación fue contradictoria, feliz por encontrarlas vacías y a la vez preocupado porque sabía que más allá, en la granja, los alemanes les estarían esperando con el grueso de sus fuerzas.
A pesar del intenso frío y del aire gélido que no paraba de soplar, Nicolai sudaba.